Leer libro Título: HISTORIA DE LAS INDIAS (Libro I)
Autor: CASAS, BARTOLOMÉ DE LAS
Año: 1561
Género: HISTORIA Y MITOLOGÍA
Formato: EPUB

El sacerdote dominico fray Bartolomé de Las Casas (España, 1474-1566) dedicó 52 de los 91 años de su vida a una exaltada defensa de los indios americanos. Antiguo estudiante de Salamanca, llegó a América en 1502 y se estableció como colono en La Española. Un célebre sermón del dominico fray Antonio de Montesinos, en 1511, movió su vocación religiosa. Entró en la orden y desde entonces entabló una viva lucha por la causa que abrazó fervorosamente. El gran teólogo jurista chocó, naturalmente, con los conquistadores y con los más eminentes doctores de la Iglesia. Las Casas resaltó el carácter espiritual de las bulas de Alejandro VI, sosteniendo que eran títulos para predicar el Evangelio a los indios y no para sojuzgarlos. Bartolomé de Las Casas (1484-1566), fraile dominico, cronista, teólogo, obispo de Chiapas (México) y gran defensor de los indios. Nació en Sevilla, España. En la primavera de 1512 se unió a la conquista de Cuba, como capellán de los conquistadores, y recibió una buena encomienda que atendió hasta 1514. Será a mediados de este año cuando Las Casas renuncie a los indios de su repartimiento por razones de conciencia. Estaba convencido de que debía procurar el remedio de estas gentes divinalmente ordenado. Después de un largo recorrido por tierras americanas, siempre en defensa de los indios, regresa a España. Residiendo en Valladolid, estuvo en contacto con el rey español Carlos I, al que había conocido veinte años antes. Éste, prestando oídos a las demandas de Las Casas, convocó a las que se conocen como Juntas de Valladolid. Consecuencia de lo que allí se discutió, fue la promulgación el 20 de noviembre del mismo 1542 de las que fueron conocidas como Leyes Nuevas. En ellas se prohibía la esclavitud de los indios, se ordenaba además que todos quedaran libres de los encomenderos y fueran puestos bajo la protección directa de la Corona. Se disponía además que, en lo concerniente a la penetración en tierras hasta entonces no exploradas, debían participar siempre dos religiosos que vigilarían que los contactos con los indios se llevaran a cabo en forma pacífica dando lugar al diálogo que propiciara su conversión. Esto no resolvio el problema, pero al menos fue un primer intento.


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