Título: OPERACIÓN CONDOR. PACTO CRIMINAL
Autor: CALLONI, STELLA
Año: 2001
Género: POLÍTICA MUNDIAL
Formato: PDF
En el curso de los años setenta los ejércitos de Bolivia, Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Paraguay, que gobernaban estos países mediante dictaduras terroristas, establecieron un pacto para coordinar fuerzas y operaciones represivas y unificar la información policial con el fin de exterminar por cualquier medio la oposición o la resistencia a esas dictaduras. Esta asociación delictuosa, que tomó el nombre de «Operación Cóndor», incluyó el secuestro, el robo, el asesinato, la tortura, el desaparecimiento de personas, la destrucción de decenas de miles de seres humanos y de sus familias, a quienes además se sustrajeron cientos de recién nacidos para entregarlos a represores sin hijos o a sus amigos.
Esta operación inhumana tuvo el beneplácito, la cobertura y la asesoría de la CIA y otros servicios de inteligencia de Estados Unidos. Durante un tiempo contó con el patrocinio de George Bush padre, director de la CIA entre el 30 de enero de 1976 y el 20 de enero de 1977 -el año de máximo terror de la dictadura del general Jorge Videla en Argentina-, de Henry Kissinger y de William Colby, entre otros altos funcionarios estadunidenses.
Un centro de intercomunicación de los ejércitos y gobiernos participantes en la «Operación Cóndor», incluido el de Estados Unidos, fue Paraguay, por esos años la más antigua y la menos visible de las dictaduras militares del Cono Sur, donde se planearon y se coordinaron operaciones y se intercambiaron prisioneros políticos por encima de las fronteras.
Stella Calloni va estableciendo las conexiones entre los planes y las acciones represivas de los ejércitos y las policías del Cono Sur, donde junto a la rutina atroz de las desapariciones, las torturas, los vuelos de la muerte y los robos de propiedades de los secuestrados, se destacan algunos crímenes notables como el atentado casi mortal contra Bernardo Leighton en Roma en octubre de 1975, el asesinato en Washington del ex canciller de Allende, Orlando Letelier, en septiembre de 1976, y la voladura sobre la isla Barbados de un avión de Cubana de Aviación con 73 pasajeros a bordo. Estos crímenes se entrelazan con una cadena de operaciones de exterminio contra generales de prestigio en sus ejércitos que no aceptaron la imposición de las dictaduras terroristas: el asesinato del general René Schneider en Chile en 1970 en vísperas de la toma de posesión del presidente Salvador Allende, el asesinato del general chileno Julio Prats en Buenos Aires en septiembre de 1974, el asesinato del general uruguayo Ramón Trabal en París en diciembre de 1974, el asesinato del general Juan José Torres, ex presidente de Bolivia, en Buenos Aires en mayo de 1976.
El vasto telón de fondo y la sustancia nutricia de estos crímenes de primera línea es la persecución y el exterminio de decenas de miles de personas, hombres y mujeres, entre el establecimiento en Bolivia de la dictadura de Bánzer en 1971 y la caída sin gloria de la dictadura de los militares argentinos en 1983, después de su rápida y deshonrosa derrota frente al ejército de su majestad Británica en las Islas Malvinas.
Esta saga sangrienta se comenzó a preparar desde la victoria electoral de Salvador Allende en Chile en septiembre de 1970 y, en efecto, una de sus primeras víctimas fue en ese año el general René Schneider. Siguió con el golpe de Banzer en Bolivia en 1971; la represión de los escuadrones anónimos de las Tres A (Alianza Anticomunista Argentina) en Argentina entre 1972 y 1976 (2 mil muertos), continuada sin tregua y con creces por la dictadura de Videla desde el 24 de marzo de 1976; el golpe militar en Uruguay en 1973 y el respaldo de los gobiernos militares preexistentes en Brasil (desde 1964) y en Paraguay durante 35 años sucesivos.
La justificación ideólogica y política de esta alianza represiva internacional fue, por supuesto, la lucha contra la subversión, el terrorismo y el comunismo. Su magnitud y sus métodos desbordaron totalmente las supuestas necesidades de un enfrentamiento con las organizaciones de guerrilla urbana existentes en algunos de esos países, que en la segunda mitad de los años setenta, cuando llegó a su clímax la represión, ya estaban notablemente marginadas y controladas en sus acciones.
Sus objetivos reales, en cambio, eran mucho más vastos y precisos, como lo muestra el hecho de que la ola de terror comenzó a prepararse desde 1970 contra el gobierno democrático y socialista de Salvador Allende en Chile y desde entonces no dejó de crecer, cobrando entre sus víctimas no sólo guerrilleros sino además una gran mayoría de hombres, mujeres y niños que poco o nada tenían que ver con la guerrilla urbana.
Podemos resumir esos objetivos en cuatro puntos:
1. El desmantelamiento, la desorganización y la destrucción por la violencia represiva de las organizaciones sociales, sindicales y de los trabajadores de los países del Cono Sur. En Argentina, como está documentado por Guillermo O'Donnell y por otros autores, 48% de los muertos y desaparecidos fueron trabajadores de fábrica, entre ellos muchos cientos de dirigentes y delegados sindicales. En Bolivia la represión se concentró sobre los trabaja dores mineros y sus sindicatos. En Chile, a partir del día del golpe militar un terror organizado y sistemático se dirigió a paralizar y destruir sindicatos, partidos, organizaciones civiles, sociales y culturales de los trabajadores. En otros términos, el objetivo claro y definido desde un principio fue destruir el tejido de resistencia social a la política neoliberal que sería implantada sistemáticamente por las dictaduras. En el Cono Sur este modo de dominación del capital que ha sido denominado "neoliberalismo" no se impuso por elecci ones. Hizo su entrada a sangre, terror y fuego.
2. La destrucción o la parálisis por el terror de todo tipo de asociaciones civiles, democráticas, culturales, sociales, locales, existentes hasta entonces en la sociedad, para deshacer cualquier posible foco de oposición a dicha política.
3. La destrucción de la autonomía y la libertad de cátedra, de investigación y de discusión en las universidades y centros de estudio, en la prensa y los medios de comunicación, en las organizaciones estudiantiles. La Federación Universitaria de Buenos Aires acaba de publicar una lista de más de 980 estudiantes, sólo de la Universidad de Buenos Aires, desaparecidos entre 1976 y 1982.
4. Dejar a la sociedad y a sus organizaciones y asociaciones en estado de parálisis, terror e indefensión frente a la privatización de los bienes públicos, a la gigantesca trasferencia de riquezas desde los trabajadores y los pobres hacia los grandes capitales y los ricos, a la reducción drástica de salarios y el desmantelamiento de contratos colectivos, normas laborales y otras conquistas sociales, al desempleo y al empobrecimiento sin límites visibles.
El libro de Stella Calloni documenta, entre otras cosas, la complicidad, la sistematicidad y la impiedad de los planes militares para alcanzar esos objetivos, respaldados por los dueños del dinero, por una parte significativa del establishment político tradicional y por la alta jerarquía de la Iglesia católica.