Título: INDIOS IMAGINARIOS E INDIOS REALES EN LOS RELATOS DE LA CONQUISTA DE MÉXICO
Autor: ROZAT DUPEYRON, GUY
Año: 2002
Género: HISTORIA Y MITOLOGÍA
Formato: PDF
No es ningún azar que una gran parte de los testimonios más interesantes de las culturas precolombinas mexicanas se encuentren en las grandes colecciones de los museos extranjeros de Europa o de América del Norte. Tampoco es una casualidad que todavía una parte notable de los discursos construidos sobre las antiguas culturas americanas estén, aún hoy, elaborados por especialistas extraños a esas regiones. Si se piensa bien, esta presencia del extranjero en la historiografía mexicana no se debe a la falta de interés o a la incapacidad de los mexicanos, como se ha afirmado muchas veces, ni tampoco ha de ser buscada sólo detrás de no sé qué oscuros intereses imperialistas inmediatos, sino más bien, en el fundamento mismo del discurso “mexicanista” y, con mayor generalidad “americanista”.
En este sentido, no puede sernos indiferente, para una cierta validez del discurso historiográfico americanista, el hecho de que, después de siglos, el discurso sobre América siga siendo hecho en gran parte por “extranjeros”. Y no podremos pasar por alto la problemática fundamental que este hecho impone a nuestra reflexión diciendo sólo que hay que mexicanizar totalmente la práctica historiográfica sobre estas culturas o que hay que superar los efectos nocivos del eurocentrismo.
Hace ya algún tiempo, Edmundo O'Gorman llamó la atención sobre la producción simbólica y discursiva que llevó a “la invención de América”. Parafraseándolo, podríamos añadir que el logos occidental, quien produjo a principios del siglo XVI la invención de América, no ha cesado, desde entonces, de seguir inventándola y de producir sucesivos discursos de representaciones de América. Estas representaciones, producto de la actividad legitimadora occidental, tomaron forma en la práctica historiana, lugar privilegiado y espejo mágico en el cual la mirada occidental se complace en inventar a los demás Esta verdad histórica de los demás no puede escapar al control absoluto de la lógica de sus orígenes, y aunque pretende basar su verdad en fuentes primarias, testimonios verídicos, la lógica que los organiza, por más racional que sea, será siempre una producción imaginaria occidental. En este sentido, cabe preguntarse si el regreso a olas fuentes, al documento, que pregona periódicamente desde hace un poco más de un siglo la práctica historiana, no es otra cosa que un mero artificio retórico. Queda así por resolver el problema de saber si en un discurso producido y controlado durante siglos por Occidente habrá lugar para la más mínima verdad americana, o si se quiere, de cómo se puede rastrear en el conjunto de textos e imágenes que constituye América como representación occidental, los elementos de una genuina y preservada América de antes del contagio con Occidente.
Jean Jacques Rousseau escribió: “Desde hace trescientos o cuatrocientos años que los habitantes de Europa han inundado las otras partes del mundo, publicando sin cesar nuevas recopilaciones de viajes y relaciones; sin embargo estoy convencido de que no conocemos de la humanidad más que a los europeos”. A esta preocupación responde este libro de Rozat Dupeyron, quien mediante el análisis de los relatos de la destrucción de Jerusalén, Roma y Tenochtitlan busca respuestas.