Leer libro Título: LAS INDEPENDENCIAS IBEROAMERICANAS
Autor: ARENAL FENOCHIO, JAIME MANUEL DEL
Año: 2012
Género: HISTORIA Y MITOLOGÍA
Formato: PDF

En la gran mayoría de los países de este continente, los años recientes fueron de conmemoración. Las naciones latinoamericanas, las que proceden del tronco franco hispánico lusitano, iniciaron y alcanzaron sus respectivas independencias en las tres primeras décadas del siglo xIx, desde Haití, que lo hizo en el amanecer del siglo, hasta Brasil, que terminó el ciclo. Después, al caer el crepúsculo de aquella histórica centuria, Cuba cerró con broche de oro la lucha por la libertad americana. Con muchas de esas naciones nos une, como decía Simón Bolívar, "un origen, una lengua, unas costumbres y una religión". Por ellos somos naciones hermanas.

Tocó a la Ciudad de México ser la precursora de los procesos continentales que surgieron, a partir de 1808 -siguiendo el ejemplo que se expandió a gran velocidad-, de la capital de la antigua Nueva España. Así, en Quito, en Chuquisaca y en La Paz, en Santa Fe de Bogotá, en Caracas, en Buenos Aires y en Santiago, los movimientos independentistas levantaron a los pueblos con el grito común de acabar con la opresión y de alcanzar la libertad.

Evocamos con profundo respeto los nombres de los grandes libertadores iberoamericanos, quienes compartieron con los nuestros la gloria de haber roto las cadenas que nos ataban con la Madre Patria cuando ésta no entendió que sus hijas, las diversas naciones a las que ella dio vida, habían alcanzado la mayoría de edad y la madurez política para ser libres e independientes.

Los nombres de Francisco de Miranda, de Simón Bolívar, de José Antonio Páez, de Francisco de Paula Santander, de Antonio José de Sucre, de José de San Martín, de Manuel Belgrano, de Bernardo O'Higgins y de José Martí son para nosotros motivo de legítimo orgullo, pues coincidieron con nuestros próceres en la visión de una América con aspiraciones comunes, fundada en valores solidarios de aplicación en todos los países hermanos, porque todos padecíamos -y padecemos- los mismos problemas fundamentales, los que dieron origen, causa, sentido y razón a nuestras independencias.

México tiene un gran compromiso con las naciones iberoamericanas, un compromiso surgido de la hermandad y de la historia; un compromiso que, además, nos fue asignado enfáticamente por Simón Bolívar cuando, al plantear la urgencia de presentar al mundo un frente común y estar así en aptitud de fundar países libres, explicó que la única manera de lograrlo era mediante la unión. Él, a quien los pueblos le han concedido el título de libertador, estaba consciente de que "la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración". En su Carta de Jamaica, escrita en 1815, al describir el panorama de la independencia iberoamericana, Bolívar señaló que la única solución para conseguirla era "la unión, ciertamente; mas esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos".

Es tiempo de preguntarnos cuánto hemos avanzado en darles cumplimiento.

¿Ésta es la Iberoamérica que imaginaron nuestros libertadores, como un continente de libertad, igualdad, justicia y buen gobierno?


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