Leer libro Título: EL DERECHO A LA PEREZA
Autor: LAFARGUE, PAUL
Año: 2016
Género: ANTROPOLOGÍA Y SOCIOLOGÍA
Formato: PDF

Esta polémica obra, “una verdadera máquina de guerra contra la sociedad burguesa y capitalista de finales del siglo XIX”, denuncia las “espantosas consecuencias” del trabajo asalariado y del trabajo en general, pero sobre todo del “amor” al trabajo que se ha apoderado de la mente de los propios trabajadores. Su autor, Paul Lafargue, yerno de Karl Marx, considera que este “dogma” del trabajo significa una pérdida de las perspectivas revolucionarias de la clase obrera y a la vez el obstáculo principal en la lucha por una sociedad distinta.

Paul Lafargue (15/Ene/1842, Santiago de Cuba – Draveil, 25/Nov/1911) fue un periodista, médico, teórico político y revolucionario franco-cubano. Su padre, fue un rico propietario de una plantación de café en Cuba. Estudió medicina en París (profesión que pronto cambiaría por el activismo político).

Combatió a Napoleón III (el del 18 Brumario) y participó en el “asalto al cielo” de la Comuna de París. Difundió, en España y Francia, el ideario de la I Internacional.

En Londres era un asiduo visitante del hogar de Karl Marx. Allí inicia un noviazgo con Laura (la hija menor del Viejo Topo), con quien se casaría en 1868. Durante sus paseos matutinos, Marx le exponía con vivacidad su crítica económica, que pronto adquiriría forma escrita en «El Capital».

Bajo el influjo de las teorías de su famoso suegro escribe su opúsculo «El derecho a la pereza» (1880). Ahí sostiene que el trabajador debería liberarse de la enorme carga del trabajo enajenado, y pugnar por la reducción de la jornada laboral a sólo… ¡tres horas! Valora el ocio y el disfrute del tiempo fuera del trabajo como el fin último del hombre libre. La máquina (y todo adelanto tecnológico o progreso social), en su lógica, jamás debería servir para atar al obrero al trabajo, sino para liberarlo de la pesada carga propia de bestias.

Su teoría es opuesta a toda “idealización” del trabajo, fomentada por el capital y sus intelectuales (políticos y religiosos), porque es ese culto ciego a la laboriosidad lo que paradójicamente envilece al obrero, lo hace entrar en una feroz competencia con sus semejantes y provoca la sobreproducción, las crisis cíclicas y las guerras coloniales. En lugar del trabajo como fin, el obrero debe pensar en ampliar el disfrute del ocio creador, alimentando su espíritu con el Arte y el pleno goce de los frutos terrenales. El Paraíso para el obrero no debe estar en el más allá, sino en el aquí y ahora, como una utopía realizable.

La actualidad de «El derecho a la pereza» es fascinante. Es una crítica de todo sistema opresivo, que no permita a la clase obrera disfrutar del ocio, incluyendo las modernas sociedades postcapitalistas, que usan el avance cibernético o la inteligencia artificial (y aún formas intensivas y más refinadas de extracción de plusvalía, como el outsourcing, la doble jornada o la autoexplotación), no para liberar al obrero de su pesada carga laboral, sino para intensificarla y concentrar toda la riqueza en ociosos plutócratas. La regla de oro de la sociedad postmoderna sigue siendo la misma desde su origen: “el que trabaja no adquiere y el que adquiere no trabaja”. La crítica de Lafargue a esa idealización jesuítica del trabajo, bien podría, con toda lógica, hacerse extensiva también a las versiones burocráticas de socialismo, donde la enajenación se ha querido cubrir con un manto de “heroísmo” (el artificial “héroe” znadovista “del trabajo” de las novelas soviéticas).


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